20 d’abril del 2012

Horás Tempo

Otto y la Ciudad de Nadie

"El hombre anciano resultó tener buen corazón y parecía ser distinto al resto de la gente que había visto hasta entonces en esa ciudad.
Era muy mayor, y aunque iba ligeramente encorvado hacia delante era muy ágil. Se movía como el viento desplazándose por toda la sala, caminado por los ejes y las ruedas de aquella sala, como si fuera una ardilla en la copa de un árbol, limpiando por aquí, echando aceite por allí… Toda esa maquinaria estaba perfectamente engrasada y su superficie estaba limpia como un espejo."

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